El mercader de Venecia y los fondos buitres
ANTONIO: - Óyeme. Te lo suplico.
SYLOCK: - No quiero oírte. Cúmplase el contrato. No quiero oírte. No te empeñes en hablar más. No soy un hombre de buenas entrañas, de los que dan cabida a la compasión y se rinden al ruego de los cristianos. No volváis a importunarme. Pido que se cumpla el contrato.
SALANIO: - Es el perro más abominable de los que deshonran el género humano.
ANTONIO: - Déjale. Nada de ruegos inútiles. Quiere mi vida y no atino por qué. Más de una vez he salvado de sus garras a muchos infelices que acudieron a mí, y por eso me aborrece.
SALANIO: - No creo que el dux consienta jamás en que se cumpla semejante contrato.
ANTONIO: - EI dux tiene que cumplir la ley, porque el crédito de la República perdería mucho si no se respetasen los derechos del extranjero. Toda la riqueza, prosperidad y esplendor de esta ciudad depende de su comercio con los extranjeros. Ea, vamos. Tan agobiado estoy de pesadumbre, que dudo mucho que mañana tenga una libra de carne en mi cuerpo con qué hartar la sed de ese bárbaro (…)
(El mercader de Venecia, Acto tercero – escena tercera)
Hacía 1600 se publicará la gran obra teatral escrita por William Shakespeare, “El mercader de Venecia. En el 2014, los usureros pretenden quedarse con la libra de carne argentina, cuál obra de un drama shakesperiano.
EL MERCADER Y LOS BUITRES
Bajo el título “Es una noticia terrible”, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, advirtio en un artículo de The New York Times que el pago a los fondos buitre pone en riesgo futuros procesos de reestructuración de deuda soberana.
De esta manera, sostuvo que: “La resolución del juicio más complejo de la historia entre un país, Argentina, y sus acreedores, los fondos buitre, es una noticia excelente para un grupo de inversores muy bien conectados y terrible para el resto del mundo, especialmente, aquellos países que enfrenten crisis de deuda en el futuro”.
Sin embargo los buitres, ave cuya naturaleza carroñera busca saciar su sed a costa de la muerte de la de otros, pretenden dejar al país de rodillas. El problema es que los caranchos locales, esta vez, les abrieron las puertas.
Hasta la asunción de Macri, los Singers y demás buitres no habían tenido éxito en consumar la estafa. Hoy, el gobierno accede a la irrisoria demanda ¿Qué cambió? El gobierno argentino. Luego, se entiende de que se trataba el “Cambio”.
La justicia norteamericana determinó que el monto, sumando capital e intereses punitorios, que adeuda nuestro país representa 1.500 millones de dólares, a favor de los buitres. Monto que, si el 7% de los acreedores que no entró en la última reapertura del canje exigieran el mismo trato que los buitres, la Argentina se vería en la dificultosa situación de pagar más de 15.000 millones. Y con ello hipotecar el futuro de todos los argentinos.
En la obra de Shakespeare, Bassanio un veneciano que pertenece a la nobleza pero que es pobre, le pide a su mejor amigo Antonio, un rico mercader, que le preste 3.000 ducados que le permitan enamorar a la rica heredera Porcia. Antonio, que tiene todo su dinero empleado en sus barcos en el extranjero, decide pedirle prestada la suma a Shylock, un usurero. Shylock acepta prestar el dinero con la condición de que, si la suma no es devuelta en la fecha fijada, Antonio tendrá que dar una libra de su propia carne de la parte del cuerpo que Shylock dispusiera. Los barcos de Antonio naufragan y la deuda no se paga. Shylock reclama su libra de carne, exigiendo que sea de la parte más próxima al corazón.
En nuestro país, no ha habido naufragio alguno en la última década y, la solvencia de la Argentina para con sus acreedores está garantizada. No obstante, Griesa (Shylock) representante de los usureros, reclama a nuestro país la libra de carne que demandan los especuladores rapaces, cuyo objeto además de hacerse de la libra de carne, es llevar al país a un nuevo naufragio y con él, a todo el pueblo argentino.