Macri transfirió 17.600 millones al exterior
La imagen positiva de Macri sigue en picada, de un 70 y pico en diciembre toca el 50% en abril en medio del escándalo de las cuentas en paraísos fiscales. Sin embargo, ciertas encuestas de principio de año demuestran que si bien la preocupación por las cuestiones macroeconómicas molestan, se sigue justificando el despido de empelados públicos o la quita del cepo al dolar. Se refleja en estas opiniones la ambivalencia de las clases medias argentinas, influidas por una prensa monopólica que editorializa sobre los ñoquis y la libertad individual de comprar dólares; como también la Universidad que impregna, planes de estudio mediante, la idea de la eficiencia del Estado y la desregulación del mercado cambiario.
Lamentablemente para las clases medias (y para el resto de los argentinos que dependen del mercado interno), las medidas cambiarias llevadas adelante por el macrismo nada tiene que ver con la defensa de sus intereses ni libertades. Analicemos el antes y el después de los que Prat Gay denomina quita del cepo al dolar o unificación de tipo de cambio, eufemismos ambos de megadevaluación.
Cuando existía el cepo, los que estaban en relación de dependencia, los autónomos y monotributistas podían utilizar un 20% de los ingresos mensuales declarados a la compra de divisas. El tope mensual era de 2000 dólares. Ahora no hay porcentaje para la compra, la totalidad de los ingresos pueden ser utilizados para comprar dólares. Sin embargo, la inflación y la quita de subsidios a los servicios sin un aumento salarial acorde hace difícil destinar una parte de los ingresos para adquirir divisas, sin mencionar que esa divisa pasó de $9,82 en diciembre a $14,80 en abril, llegando a los $16 en semanas anteriores. Que el tope mensual ahora sea de 2 millones de dólares parece una burla.
Por otro lado observemos lo que pasa con la formación de activos externos del sector privado no financiero. La salida de capitales en el segundo semestre del 2014, con el cepo implementado, fue de 1583 millones de dólares. La transferencia máxima fue en octubre (516 millones) y la mínima fue en diciembre, en donde no solo no salieron dólares sino que entraron 28 millones. Para el mismo semestre del año 2015 los números no son mucho más elevados hasta llegar a diciembre, mes en el que se levanta el cepo, llegando solo ese mes a 2024 millones. Si le agregamos el primer trimestre de este año, la cifra ronda los 5500 millones.
A esto hay que sumarle otros datos. La reactivación del giro de utilidades a las casas matrices por parte de las transnacionales, que era nulo el año pasado, ahora es de 600 millones mensuales. También la desregulación del dolar para importación transfirió 3900 millones en enero, 3900 millones en febrero y 4700 en marzo. En solo tres categorías (importaciones, giro de utilidades y formación de activos externos) sin contar el mes de diciembre, el gobierno de Macri a permitido la transferencia de 17.600 millones de dólares al exterior, monto que pertenece casi por completo a bancos, importadores y transnacionales.
Para sorpresa de los que se sentían atrapados en el país sin posibilidades de salir a vacacionar al exterior por las regulaciones del dolar, los gastos que realizan los argentinos en sus viajes sigue manteniendo un promedio de 750 millones mensuales. Más que un exilio masivo de argentinos a Miami ha habido una transferencia de renta al exterior, mientras que la inversión directa de no residente se mantiene igual (343 millones de dólares en último trimestre del 2014 contra 347 millones en el último trimestre del 2015) y los préstamos bilaterales han caído ostentosamente (4333 millones a 400 millones para los mismos periodos).
Las promesas de proteger las libertades individuales y dar seguridad jurídica para traer inversiones solo ha servido para calibrar el andamiaje de la salida de capitales. Los pocos anuncios de Macri sobre acuerdos crediticios son en su mayoría acuerdos que ya había dejado el kirchnerismo firmados. Mientras tanto la colocación de deuda y la liquidación de exportaciones (que los barones de la soja y otros personajes hacen a medias especulando con una mayor devaluación) ha sido hasta el momento la única forma de financiar la demanda de divisas del sector privado.